domingo, 13 de marzo de 2011

Pomo | el Morpo y el Carpo

En esa casa de La Paternal, Pomo descubrió a The Who, a The Animals y a un flaco con destino de graffiti, tatuaje y bronce que vivía a unas cuadras. “Yo llegué al circo del rock and roll siempre acompañado por Pappo. Eramos amigos de muy chicos. Mi despertar fue con la barra de la esquina. De mi casa a la de Norberto había 200 metros. El trabajaba en el taller de calderas del padre, en Juan B. Justo entre Artigas y Bufano, y a dos cuadras yo hacía una especie de práctica de mi título de Técnico Superior de Automotores, que era de lo que me recibí en el Industrial. Cebaba mate, barría y me hacía cargo si entraba un Di Tella todo embarrado en un día de lluvia. Nos encontrábamos al mediodía, cada uno con su mameluco lleno de grasa.”

¿Qué hacían?

–Teníamos unos 17 años. Hablábamos de fierros y de rock. Nos pasábamos revistas importadas. El venía mucho a casa. En la barra había un tipo al que llamábamos el loco Abel, que nos empujaba a tocar. Tenía una Fender... Y bueno, nos metimos en la onda. Me acuerdo que el viejo de Pappo le había regalado un mástil de bandera a la comisaría 41 para que se dejaran de romper las bolas y no metieran a su hijo adentro por el pelo largo... Un día Pappo me dice: “Morpo, ¿vamos al Centro?”. Fuimos.

La historia de La Perla del Once, de Plaza Francia...

–Ya no se iba a La Perla. Nosotros estábamos más en Corrientes, en La Giralda, La Paz, La Martona. O en el Moderno, o en la barranca de la Plaza San Martín. Vimos que había monitos que tiraban acordes, que hacían algunas letras, por ahí andaba Tango. Y bueno, conocí a unos tipos: Miguel, Alberto Abuelo, Mayoneso, el hermano de Alberto, Pipo Lernoud, que escribía. Formamos Los Abuelos de la Nada. Primero tocó Claudio Gabis la guitarra, después a través mío entró Pappo y chau: quedó un elepé inconcluso.

Pomo dice que desde que Mabel Lernoud, la madre de Pipo, los llevó a Miguel Abuelo y a él a la CBS y convenció a Yaco Zeller de grabar un disco de rock psicodélico, su vida cambió para siempre. “Era 1968. Ahí supe todo. Que mi relación con la batería era eterna. Que mi existencia iba a estar consagrada a ese instrumento.”

"En Europa Laburaba de baterista. En el ’72 volví porque mi mujer estaba embarazada y quisimos que nuestra hija naciera en la Argentina. Cuando aquí me encontré con Pappo, me dijo: “Morpo, vení, acompañame al Centro que hay un bajista que tiene una Fender y un sonido de la puta que lo parió”. El señor Machi Rufino. Pum: Pappo’s Blues Volumen 3"

Por Mariano del Mazo
Gentileza www.elrefugiodelosmusicos.blogspot.com

0 comentarios:

Publicar un comentario